Y los semáforos se iluminan en verde a mi paso, no dejándome excusa para parar, para detenerme; para dejar de alejarme y quedarme, aquí, un poco más.
Con la mente en blanco, en plano, y sin más pensamiento que el de la brisa que me trae las notas que me rozan la cara suavemente, miro a la cada vez más lejana sonrisa sincera.
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