Es el nombre que le damos a lo que no creemos de nosotros mismos.
Pero algo, un objeto, no es mágico.
Mágico es el momento, una noche, dos segundos en los que miro a tus ojos y puedo leerte.
Es mágica la casualidad. Y el momento en el que las ganas destrozan el cristal del miedo y la vergüenza.
Es mágico el susurro de un ser diminuto que creías perdido, y que, en el momento más idóneo, decide decirte lo valiente que eres. Un "hazlo!".
Es mágica la música.
Tus rizos y la leve inclinación de tu cabeza cuando sonríes con los ojos, aparte de tus labios.
Es mágica una aventura donde no existe protagonista.
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