miércoles, 22 de enero de 2014

...mis demonios

Aquí llegan. Mis demonios.
Olvidado de ellos.
Rápidos, irrumpen cabalgando sin pisar el suelo, levantando una humareda que desprende olor amargo.

Invocados.
Por una canción tenebrosa se acercan desde los cuatro puntos cardinales.
Gritan. 
Cada cierto tiempo, con un ritmo y una armonía capaces de levantar los bellos de las pieles de las más feroces bestias. En un idioma que solo las hadas entienden.

Se acercan. Premonitores de la tragedia. Antes de que el tiempo se detenga por completo, en un suspense, en ese segundo en el que dejamos de respirar.

Vienen.
Para quitarme la máscara y dejarme de nuevo el rostro al descubierto. Porque saben, que aunque me duela el viento en la cara ablandada, aunque me queme el Sol en la piel blanquecina, aunque me escuezan los ojos acostumbrados a la oscuridad, la máscara se resquebraja, y la transformación debe acabar.

Son Ellos. Mis demonios. Esos cuatro.

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