lunes, 16 de septiembre de 2013

...pájaros

Sabes que mis sentimientos son pájaros.
Encontraste que decidieron echar alas porque no querían caerse más.

Los lanzo al vuelo y desaparecen por meses, hasta que un día vuelven, atraídos por una brisa que les lleva el olor de un pensamiento o recuerdo.

Siempre, viejos pájaros algunos, vuelven al lugar donde nacieron.

Todos traen un pequeño pergamino. En él, está escrita una historia. Algunas releídas tantas veces que la letra ya está borrosa.

No creas que existen pájaros desterrados, o aves que nunca vuelven. Todas vuelven, tarde o temprano, con más o menos frecuencia.
Distinto es que abra sus pergaminos con tristeza o desencanto. Que éstos estén más o menos desgastados que a veces no sepa ni para que regresan.

Mis favoritas son aquéllas aves grandes, preciosas, portadoras de historias largas y sin final. Papeles que leo con mucho cuidado para no estropearlos, y con los que esbozo una sonrisa cada vez que los abro para escribir un nuevo capítulo.
Cuando lo hago, lo hago muy fuerte, apretando mucho el lápiz, para así asegurarme que lo que escribo no se borrará en el tiempo en el que el pájaro no esté conmigo.


Ahora mismo, sentado en la mesa con un papel recién empezado, levanto la vista y miro, busco que ave podría llevarlo cuando lo acabe. No sé porqué, miro con fijación solo aves de plumaje colorido y majestuoso.



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