lunes, 25 de marzo de 2013

...abecedarios.

Déjame que sea el abecedario con el que puedas escribir cada capítulo, cada párrafo y palabra de tu vida.




Se necesitan 27 letras para escribir una vida, y todos buscamos la persona que las posea todas. 

Desgraciadamente, yo, ni de lejos, soy la tuya.
Pero no me importa. Lo bonito de las relaciones es aprender a escribir de nuevo.

Cuando conocemos a alguien, somos capaces de ofrecerle unas pocas letras para que escriba con nosotros. Pequeños párrafos, pequeñas frases. 
Cuando aprendemos las necesidades del otro y le damos una letra nueva, aquella persona se vuelve especial.
Contrariamente, se vuelve horrible cuando la olvida o desecha.

Evidentemente, me duele cuando escribes con las letras de otros. Pero lo entiendo, y aprendo a soportarlo.
No poseo las 27 letras que necesitas, ni mucho menos. Tienes un abecedario difícil de aprender, muy difícil. Pero no me desgano, es un reto. 
Además, sé que ya te he dado algún símbolo, cosa pocos han conseguido descifrar.



La razón de tantos fracasos en el mundo muchas veces es empeñarnos en creer que no necesitamos más abecedario del que nos da la persona con la que estamos.
Otras veces, le damos demasiada importancia a una sola consonante, y no nos paramos a pensar en la cantidad de posibilidades que tenemos para expresar lo que queremos con la misma persona.
Las peores veces, son aquellas en las que nos falta una vocal.


Muchos queremos ser el abecedario de la persona de la que estamos enamorados, pero  no podemos. Lo que debemos hacer es aprender los símbolos que nunca pudo pronunciar antes con nosotros, y dejar que los restantes los use con quien quiera.
Escribirán hojas enteras con las letras de otras personas. Pero sólo con las nuestras harán poemas.

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