lunes, 24 de febrero de 2014

...hablando del pasado

Estoy listo.

Para hablar de aquella vez que tu voz, entró y me quebró la mente con una sola frase.

Esta vez, me empujó y elevó hasta caer a lomos del Glifo. Me llevó a un lago, donde los reflejos eran recuerdos y la brisa los hacía desaparecer y aparecer de nuevo, ajena. 
Las piedras rebotaban emergiendo en cada salto recuerdos de una misma historia, hasta que caían al fondo y las imágenes se desvanecían.

Recuerdo cuando podía leer tus ojos.



Hace días, sentí abrazar un cuerpo y un alma distintas.
Abracé a aquella persona a la que tenía en brazos meses atrás. Y ella hizo lo mismo.
A través del tiempo, del espacio, nos abrazamos de nuevo sobre camas distintas. Volaron nuestras almas apenas unos cientos de metros, y llegaron como huésped al cuerpo que agarrábamos. Y en el alma nos sentíamos.

Tras unos segundos, encuentras la incomodidad. 
De que ya no respiráis al mismo tiempo, ya no bailan a ritmo los cuerpos bajo las sábanas, de que ya no encuentras sus labios en la oscuridad.

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